Estoy para que me encierren

Actualización 12.03.2020: Análisis de propagación de COVID-19 por comunidades autónomas en España.

Los inevitables chistes, los del Atleti jugando el partido de la Champions en Anfield con todo el público y sus 2.000 aficionados cantando “coronavirus lo lo lo lo lo coronavirus”, los coles cerrados, otros coles abiertos, las universidades posponiéndolo todo, otras abiertas, las fallas suspendidas, la semana santa sevillana que no la toquen, los congresos cancelados, las videoconferencias, el teletrabajo, parlamentarios infectados, plantillas infectadas, verse por la calle y darse dos besos, verse y no tocarse, los pintxos en la barra, la tortilla en la barra, otras tortillas protegidas por plástico, la economía que va mal, las ayudas, los que pierden trabajo, los abuelos que echan una mano, los sistemas sanitarios saturados, políticos echándose las culpas, desde ayer es oficialmente pandemia y mientras… mis hijos en el cole.

Vivimos tiempos confusos, de precrisis o de crisis total. Sabemos muchas cosas aunque parece que no las sepamos. Ninguno queremos parecer paranoicos. Parece imposible pararlo todo ¡hasta los viajes en avión! ¡hasta el (sacrosanto) trabajo! pero todo es posible si la vida está en juego. Parece que es el momento de arrimar el hombro, preocuparse por lo importante (no me refiero a hacer acopio de comida en el súper), pero no lo hacemos del todo. Hace falta que nos obliguen, que nos lo manden.

Me imagino que si los efectos del cambio del clima fueran más rápidos y palpables (y cercanos) también entraríamos en estado de pánico y empezaríamos a actuar. ¿Recordáis aquel volcán que hizo que no se pudiera viajar en avión en Europa? Lo imposible era posible y no era Greta cruzando el Atlántico. Había otra forma de moverse o de quedarse en su sitio. La crisis del coronavirus pone de manifiesto los problemas de la producción deslocalizada (made in China), del crecimiento económico como mantra, por citar dos, cuando el centro de la vida no está ahí sino en pulmones respirando y corazones latiendo.

Habrá que hacer lo que sea para parar esto. Esperemos que se quede en una pandemia que conseguimos parar, o amainar por lo menos, pero para eso nos lo tenemos que tomar en serio, como si la vida de muchos estuviera en juego. Tenemos los manuales, las recomendaciones, pero algunos no los ponemos en práctica del todo. Parece como si el problema fuera de otros, cuando ya está llamando ahora mismo a nuestra puerta. Estamos para que nos encierren ¡ciérralo antes de que sea demasiado tarde! ¡antes de que pase otro día!

Por mi,
por todos mis compañeros
y, sobre todo,
por nuestros padres y abuelos.

Escrito desde un Bilbao feliz
con pintxos en la barra,
besándonos en la cara,
hablando a medio metro de distancia.

PD: poco después de publicar este post, que escribí anoche para mandarlo por el chat de whatsapp familiar, se anunció el cierre de todas las clases en centros educativos en Euskadi. El resto de medidas está por llegar.

PD2: he montado un repositorio para ayudar a procesar con R los datos del Ministerio de Sanidad.

Una serie de recursos de interés sobre el COVID-19:

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