El cura, los mandarines y otras lecturas veraniegas

Rescaté estos resúmenes de los libros que había leído este verano de 2015. He tenido que completar alguna parte que había quedado incompleta. Me animó a publicarlos la review of books que ha hecho Charlie DeTar de 2015.

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El verano oficial acaba dentro de unos días. Para mi, y muchos otros, terminó el 30 de agosto en Cantabria.

Todavía no llega a ser tradición, pero este es el segundo año que me conjuro para recordar mis lecturas veraniegas. Este año he tenido menos tiempo, pero he sido más disciplinado. Tres libros consecutivos, sin yuxtaposiciones. Todos ellos regalos.

El primero es Por encima de mi cadáver, me lo regaló Isak, un amigo desde los tiempos del instituto y que está escrito por Mario Cuesta, otro compañero del instituto de entonces. Leer las vivencias de alguien que conoces te aporta unos datos que están fuera del libro. Conoces al personaje antes de leerlo. Es como el enésimo capítulo de una serie de la que te has perdido unas cuantas, muchas, temporadas. El relato es sobre un viaje a Líbano y Turquía que se entralaza con los recuerdos y personajes de un viaje anterior a Siria y la historia de la región. Emails de sus primeros tiempos en Damasco se mezclan con lo que le está ocurriendo ahora. La guerra civil de Siria se huele en el aire y las historias de sus amigos hablan de los problemas dentro del país y las dificultades para conseguir salir de allí.

Pero, como bien apunta Mario, esto no se trata de un “viaje iniciático”, porque no existen. Aquel que va a la India y “aprende” que se puede vivir con muy poco, ya lo sabía antes de aterrizar. Sin llegar a ser un ensayo sobre la región, cosa que tampoco pretende, sí que explica las raíces históricas de los conflictos geopolíticos que producen tantos muertos y llenan tantas páginas en los periódicos cada día. Para los que nos perdemos en el complejo conflicto de Oriente Medio es una buena guía para iniciarse. Le acompañamos a regiones donde Hezbolá gobierna (el partido-grupo militar en Líbano), vamos a ciudades con toque de queda en la frontera de Turquía para conocer el conflicto turco-kurdo, o ligamos en un bar de Beirut. Nos muestra el día a día, o al menos, las vidas que se encuentra un viajero ocasional con ganas de conocer y que tiene amigos en la región.

Como buen “demente”, cuando visita Estambul, va al estadio donde el Estudiantes jugó su única Final Four europea. Coincide con el Two Nations Cup que enfrenta en partido amistoso a Panathinaikos y Fenerbahce. Sin embargo, ante la falta de público y de ambiente está a punto de quedarse fuera viendo un partido de fútbol de barrio . Me gusta esa forma de viajar: sabes a dónde se quiere ir, pero estás abierto a modificar tu plan inicial y a abrazar a las nuevas circustancias que el viaje te depare. Es como saber navegar una noche de fiesta que no es lo que esperabas.


El siguiente libro, El Círculo de David Eggers, también me llegó por correo desde Italia. Qué alegría recibir regalos, qué alegría recibir libros, y más aún si apetece leerlos. Por casa anda una novela de Eggers anterior bastante conocida por los USA, Zeitoun, sobre el desastre del Katrina, que no me he decidido todavía a leer. El que tenía entre manos era una traducción, que, no siendo mala, dificulta a veces avanzar por el texto imaginándose cómo estaría escrito en el original en inglés. No suelo ser muy picajoso con estas cosas, pero al tratarse de un libro con tanta jerga tecnológica se nota más.

La novela transcurre en el campus del Círculo, una empresa de Sylicon Valley que en unos pocos años ha pasado a dominar internet. El Círculo no es otra cosa que una manera de hablar de Google, pero sin nombrarlo, así se ahorra los pleitos. El campus es un centro de innovación idílico (cual Googleplex) donde se desarrollan, con éxito, todo tipo proyectos destinados a cambiar el mundo. Las mentes más brillantes del mundo están allí. Los empleados disponen de todo tipo de servicios: comida, gimnasio, habitaciones…

Devoré el libro, no tanto porque me atrapara, sino porque quería acabarlo. Es válido como fábula para reflexionar dónde puede acabar la hegemonía que ejercen algunas compañías en Internet (Google, Facebook) y plantear preguntas. Sinembargo, simplifica en exceso. El personaje principal, una chica que empieza a trabajar en el Círculo, es una caricatura del nuevo creyente tecnológico. Presenta un poco de resistencia al principio, pero luego parece que le hayan lavado el cerebro y dice sí a todo. Tras haber leído Por encima de mi cadáver, donde se retrataban personajes más complejos (también reales) en unas cuantas frases, los personajes de Egger parecen demasiado unidireccionales y, por lo tanto, poco creíbles. Valen para ser la cigarra holgazana, la hormiga trabajadora o el ogro malvado del cuento, pero no para hacer verosímil, o al menos creíble, el relato.

Siempre me han interesado las novelas o películas distópicas. Las hay que empiezan con la distopía ya organizada, como Un mundo feliz, Fahrenheit 451 o 1984, y las que cuentan cómo se llega a esa situación, como Las partículas elementales. En El Círculo la historia es lineal: de una situación de casi dominio la empresa acaba siendo el nuevo “Gran Hermano” en pro de la transparencia. Todo ello ocurre en connivencia, y apoyo, de los gobiernos de todo el mundo y sin una resistencia organizada. Hay una pequeña historia de disidencia solitaria. El exnovio de la protagonista que no quiere participar de todo ese mundo digital, de hipertransparencia donde se retransmite la vida entera en público, escapa y se va a vivir al bosque. Podría ser el inicio de una resistencia organizada, el bombero que quema libros que abandona su oficio, pero la caricaturización del personaje impide que eso ocurra (“me fui a los bosques, porque quería vivir a conciencia”). No hay espacio para que piense o intente organizar la resistencia. Intenta revertir la situación (¿enviando cartas a su exnovia?) y luego desaparece (“sálvate a ti mismo”).

En cualquier caso, es una lectura interesante para un verano en el que las cotas de uso de Whatsapp han llegando, espero, a su culmen. Queremos compartirlo que nos pasa con los que están lejos. Retratar esos momentos irrepetibles de las sobrinas. Lo que pasa es que al final la mitad de los presentes está dedicada a documentar el evento, más que a vivirlo. Esta reflexión no es nueva, mucho se ha dicho. Lo curioso es que por más que se han facilitado las herramientas para compartir la información (entre los presentes) seguimos necesitando cada uno hacer una foto con nuestra propia cámara.


Por último he leído El Cura y los Mandarines de Gregorio Morán, que saqué de la biblioteca pero que he regalado a mi hermano, para cumplir con ese triplete de regalos que prometía líneas más arriba. Regala lo que te gusta recibir. Uno de esos libros densos, largos y con tantos nombres que es imposible retenerlos todos. Una historia de la cultura y la política en España en las últimas fases del franquismo y las primeras de la democracia. Su título triple completo es El cura y los mandarines. Historia no oficial del bosque de los letrados. Cultura y política en España 1962-1996. Para el lector que no ha vivido, ni apenas estudiado esos años, es todo un descubrimiento. Para quien no haya leído a Morán todo un descubrimiento que te lleva a conocer a otros escritores y libros. Una escritura mordaz que no se muerde la lengua.

El libro usa  personaje de referencia al cura Jesús Aguirre, que luego fue duque de Alba. El recorrido de un cura homosexual del Santander de posguerra y su escalada hasta lo más alto, cuando se convierte en duque al casarse con la duquesa de Alba y le hacen director de unas cuantas instituciones culturales, sirve de hilo conductor para narrar cómo era ese vacío cultural que dejó la guerra y el exilio en España. Ya solo el prólogo o prefacio, no recuerdo bien, es muy interesante y se cuentan las vicisitudes del proceso de escritura del libro y como tras muchos años preparándolo y casi ya en imprenta quiso ser censurado por la editorial Planeta. No accedió a que le recortaran un capítulo sobre la Real Academia Española, en concreto 11 páginas dedicadas a Víctor García de la Concha y terminó siendo publicado por Akal.

De memoria y sin el libro a mano siguen en mi cabeza muchos de los personajes o eventos relatados. Enuncio en una lista sin orden algunas de esas personas y sucesos:

  • el contubernio de Munich del ’62, cómo había vivido tanto tiempo sin saber de él, 1969 como el año del estado o el proceso de Burgos de 1970. Cuánta ignorancia.
  • la importancia cultural del Santander de posguerra y los personajes que allí empezaron y luego fueron élite, como Jesús Polanco, que con su editorial Santillana pegó el pelotazo con los libros de texto en los años ’70;
  • la relevancia política Luís Martín Santos (el de Tiempo de Silencio) con su militancia en el PSOE y lo poco que se menciona eso en los libros de literatura; el continuismo entre las élites culturales entre el franquismo, la transición y la democracia;
  • el  desolador viaje desde el exilio, y en concreto una cena, que realizó Max Aub de vuelta a España que quedó recogido en su libro La gallina ciega, me recordó a otra cena más reciente en la que Amador Fernández-Savater narraba el miedo de sus ilustres comensales.
  • se presenta a Camilo José Cela como colaborador y censor del régimen que llegó a ofrecerse durante la guerra civil como espía de los rebeldes franquistas. Más interesante  todavía es la red de contactos que tejió con la revista Papeles de Son Armadans, donde colaboraban muchos escritores en el exilio. Cela era para ellos el único canal de contacto con la España que habían abandonado, y su revista, un reducto de libertad en una España desolada. Lo que nos cuenta Morán es que la revista no era casi leída dentro de nuestras fronteras, como creían lo colaboradores exiliados, y sí en los departamentos de literatura española en múltiples universidades. Esto sirvió para colocar el nombre de Cela y que fuera invitado a universidades extranjeras y le ayudara a posicionarse internacionalmente para el premio Nobel ¿cómo podría tejerse esa red en la actualidad teniendo a todos contentos y que nadie se sienta utilizado? Todo esto no menoscaba la calidad literaria del escritor de La familia de Pascual Duarte o La colmena, pero sí ayuda a situar su obra y al personaje en su contexto histórico político.
  • un capítulo apasionante es el dedicado a los comienzos del periódico El País. No es, como piensa mucha gente, una creación de la mano de los socialistas. Por allí estaba Manuel Fraga Iribarne en sus inicios… mejor que lo leais vosotros. Traigo a Fraga a colación también porque me recordó su puesto como embajador en Londres al retiro dorado (también para quitarle de en medio) del que disfruta Federico Trillo anteriormente.

Como crítica negativa a veces el libro puede resultar espeso, se atranca con muchos nombres, repite algunas explicaciones de un capítulo a otro, como si no hubiera sido debidamente editado. Quiero pensar que es deliberado y que está pensado para poder ser leído por capítulos separados o para ayudar al lector con mala memoria. Es uno de esos libros con asterisco, como cuenta Charlie DeTar en su repaso a los libros que ha leído y podcast que ha escuchado en 2015: books with a “*” are those that, relative to the others, had a very deep impact on me, transforming my world view. They might not be as special to you, but they were to me. La lectura de su revisión de libros anual me animó a publicar por fin este artículo.

El libro de Morán me animó a seguir con otro libro suyo Los españoles que dejaron de serlo (Euskadi, 1937-1981), donde relata la historia del País Vasco centrada en tres protagonistas principales: ETA, la oligarquía vasca y el Partido Nacionalista Vasco. Escrito a principios de los años ochenta nos cuenta los primeros años de ETA, la formación de la oligarquía vasca y el papel del PNV. De paso descubrí que también había pasado unos años en Bilbao. Pero esa es ya otra historia.

La medida de la importancia que un libro tiene para mi es cuántas veces lo cito y vuelvo sobre sus temas. En los últimos meses me ha surgido comentar El cura y los… en muy diversos contextos y charlas y no paro de recomendarlo.


No terminé otro libro que me regalaron: A mis amigos del Comité Invisible. A ver si lo acabo y os cuento.

Puedes echar un ojo al repaso que di a los libros del verano de 2014.